BRUSELAS, Bélgica (LifeSiteNews) – Bélgica se ha unido a una lista cada vez más grande de países europeos que han cesado la vacuna COVID-19 de Moderna para los jóvenes en medio de crecientes preocupaciones sobre la inflamación cardíaca después de la vacunación.
En diciembre, Bélgica dejó de usar las dos primeras dosis de la vacuna para personas menores de 31 años, informó The Brussels Times la semana pasada.
“Tomamos esta decisión como precaución”, dijo al periódico el portavoz del Grupo de Trabajo de Vacunación, Gudrun Briat, citando datos internacionales sobre los efectos secundarios.
Los refuerzos de Moderna, que contienen la mitad de una dosis normal, se seguirán proporcionando a los grupos etarios más jóvenes. “Moderna se utilizará durante el resto de la campaña de vacunación de refuerzo, a menos que cambie el conocimiento científico sobre su uso”, dijo Joris Moonens, portavoz de la Agencia Belga para el Cuidado y la Salud.
The Brussels Times señaló un estudio danés el mes pasado que encontró un “riesgo significativamente mayor” de miocarditis o pericarditis – dos formas de inflamación cardíaca – después de la vacunación con Moderna, particularmente para personas de 12 a 39 años que recibieron una segunda dosis. Los vacunados con la inyección de Moderna tenían una tasa de desarrollar la enfermedad casi cuatro veces mayor que la de los no vacunados.
Otra investigación reciente también ha conectado la vacuna de Pfizer con riesgos considerablemente mayores de inflamación cardíaca en los jóvenes. Un extenso estudio publicado por investigadores británicos a finales del año pasado informó que la tasa de miocarditis en hombres menores de 40 años era casi el doble después de una segunda dosis de Pfizer que después del COVID-19 mismo, y cuatro veces más alta que la línea de base.
Los riesgos se han duplicado después de un refuerzo, según el estudio preimpreso, que también informó un mayor riesgo de miocarditis después de la vacunación con Moderna.
El estudio indicó que la inflamación cardíaca, que puede ser grave e incluso potencialmente mortal, podría ser más letal después de las vacunas de Pfizer o Moderna en general. Según los investigadores, ha muerto el 14 % de los pacientes británicos hospitalizados con miocarditis poco después de recibir una vacuna de Pfizer, en comparación con el 9 % de los que no se vacunaron recientemente con la inyección mRNA contra el COVID.
La inflamación cardíaca relacionada con la vacuna parece afectar más a los niños y adolescentes. En noviembre, un estudio en Hong Kong ha estimado que 1 de cada 2680 niños de 12 a 17 años ha enfermado de miocarditis o pericarditis dentro de las dos semanas posteriores a una segunda inyección de Pfizer.
Sin embargo, las autoridades sanitarias belgas continúan recomendando la vacuna de Pfizer para personas menores de 31 años, ha informado The Brussels Times.
El cese de Moderna en Bélgica para los grupos etarios más jóvenes sigue a acciones similares en varios países nórdicos. En octubre, Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca e Islandia han recomendado no usar la vacuna para los jóvenes debido a los riesgos de inflamación cardíaca. Francia y Alemania han hecho lo mismo al mes siguiente.
El otoño pasado, Noruega suspendió por completo las segundas inyecciones contra COVID para adolescentes cuando el Instituto Noruego de Salud Pública (INSP) dijo que “no había base” para ofrecer una dosis adicional.
Los niños y adolescentes enfrentan un riesgo extremadamente pequeño de muerte o enfermedad grave a causa del coronavirus. “El riesgo de enfermarse gravemente por el COVID-19 es muy bajo, tanto entre los niños y adolescentes en general, como entre los niños y adolescentes con enfermedades o condiciones graves y crónics”, ha señalado el INSP.
De los casi 10 millones de casos de COVID infantil reportados en los Estados Unidos, entre el 0 y el 0,02 % resultaron en muerte, según la Asociación Estadounidense de Pediatría (American Pediatric Association). Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (U.S. Centers for Disease Control and Prevention – la CDC) de EE. UU. han informado menos de 900 muertes relacionadas con COVID en niños desde principios de 2020.