CIUDAD DEL VATICANO (LifeSiteNews) — El secretario de Estado del Papa Francisco ha ordenado a los funcionarios y visitantes del Vaticano que deben de recibir la inoculación contra el COVID-19 para poder entrar en el Vaticano, revocando una opción de “prueba como suficiente” para acceder a la ciudad-estado del Vaticano, mientras niega la naturaleza de las inyecciones como siendo derivadas-del-aborto.
En comentarios al National Catholic Register, el Secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin ha dicho que la negativa de aceptar la inyección mRNA de Pfizer basada en su asociación con células fetales abortadas “parece no estar justificada,” en la decisión del 23 de diciembre que “Sólo se permitirá el acceso a las oficinas de la Curia romana a quienes tengan un certificado que acredite la vacunación o certificado de recuperación del SARS-CoV-2.”
El decreto, que se aplica al “personal de todos los Dicasterios, Consejos y oficinas de la Curia romana… colaboradores externos, personal de empresas externas, visitantes y usuarios,” aparentemente se basa “en la continuación y agravamiento de la situación sanitaria actual de emergencia y en la necesidad de tomar las medidas adecuadas para combatirla y garantizar la realización segura de las actividades.”
Por lo tanto, el Vaticano ahora solicitará un “pase verde” para entrar, que confirma que el titular ha sido “totalmente vacunado” contra COVID-19 con una de las inyecciones experimentales o que se ha recuperado de una infección por coronavirus. Cualquier ausencia del personal por no presentar un pase verde válido se considerará “un caso de ausencia injustificada, con la consiguiente suspensión del pago por el tiempo que dure la ausencia.”
Además, el decreto establece que, a partir del 31 de enero, todo el personal en funciones públicas deberá acreditar haber recibido una inyección de refuerzo para poder seguir trabajando dentro de los límites de la Ciudad del Vaticano.
Un breve párrafo señala que existe margen para una exención a la regla, aunque no se describen los posibles motivos para tal excepción. La facultad de otorgar una exención queda a discreción del Secretariado de Estado.
Cuando el Register le preguntó acerca de si las objeciones de conciencia basadas en la naturaleza de las inyecciones por ser derivadas del aborto serían suficientes para una exención, el cardenal negó el uso de líneas de células fetales abortadas en la producción de la inyección de mRNA de Pfizer, que se usa ampliamente en el Vaticano.
“En el caso de las vacunas de mRNA, las líneas celulares de fetos abortados se usaron solo en las etapas preliminares de las pruebas de vacunas de laboratorio, pero no se incluyeron líneas celulares de fetos abortados en la composición o producción”, ha escrito Parolin en respuesta, creando una distinción entre el uso de líneas celulares abortadas en pruebas y la producción que no se describe en documentación alguna del Vaticano.
Sobre esta base, ha concluido que “parece que no se puede justificar no querer vacunarse con esta motivación [la naturaleza de la vacuna porque está contaminada por el aborto], ya que la vacuna que se usa en la actualidad es precisamente la de Pfizer que usa el método mRNA.”
Parolin apeló a la “Nota de 2020 sobre la moralidad del uso de algunas vacunas contra la COVID-19” de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) de 2020, citando la determinación prudencial de que, en circunstancias estrictas y excepcionales, puede ser “moralmente aceptable utilizar las vacunas contra la Covid-19 que han utilizado líneas celulares de fetos abortados en su proceso de investigación y producción.”
Sin embargo, el cardenal parece haber omitido la clara enseñanza expresada en los párrafos que siguen un poco después, explicando que “la vacunación no es, por regla general, una obligación moral y que, por tanto, debe ser voluntaria.”
En comentarios a Church Militant, el diácono autor católico Nick Donnelly cuestionó las palabras del cardenal diciendo que “la distinción entre el uso de líneas celulares derivadas del aborto en la producción y las pruebas no tiene sentido. Las pruebas son parte de la producción. Es terrible ver a Parolin conceder a Pfizer una absolución del aborto.”
A continuación, el clérigo Nick Donnelly ha añadido que “la decisión de Pfizer de usar la línea celular HEK-293 en los procedimientos de prueba no es moralmente neutral” ya que la inyección “se basa en células cosechadas de una niña que fue abortada y diseccionada viva.”
En marcado contraste con la visión generalmente permisiva de Parolin sobre el uso de inyecciones contra el COVID que han utilizado el aborto de alguna manera para su existencia, Mons. Athanasius Schneider de Kazajstán ha dicho que la aceptación generalizada de las vacunas contaminadas por el aborto ayuda a “normalizar el horror” del genocidio, que es el aborto.
“Y este horror es tan monstruoso que no puede compararse con otros males que de alguna manera aceptamos en esta sociedad naturalista, materialista, como los productos del trabajo de la esclavitud,” ha declarado el prelado. “No se puede comparar al horror de matar niños inocentes.”
A pesar de la difusión de la industria del aborto sobre los hombros de las inyecciones contra el COVID actualmente disponibles, el Papa Francisco ha mantenido una determinación constante de que ponerse las inyecciones es una “obligación moral” y un “acto de amor.”